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Madre, Medico y Esposa en tiempos de Covid

Actualizado: 30 may 2021

Por Daniela Girón Rumié




Jacqueline Rumié trabaja como médico auditor en una prepagada, es mamá de tres hijos y vive con su esposo desde hace más de 25 años, por fin le habían dado las tan anheladas vacaciones después de casi dos años. Nos platica que, el lunes 12 logro conseguir los resultados de la prueba covid que le hicieron a su esposo. Alrededor de las 10 pm de ese mismo día lee el resultado de positivo para covid lo que género en ella un miedo y ansiedad que no puede describir tan fácilmente.

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““no quería demostrar mi preocupación a mis hijos pero sabía que era casi imposible hacerme la fuerte en esta situación cuando se lo que le esperaba a mi esposo, pues normalmente todos los días leo historias clínicas de pacientes de covid que llegan con una situación similar a la de él”

Jaqueline comenzó a tratar a Edwin, su esposo, en casa tal como ella veía en las clínicas “la evolución de tu papa fue fuerte” me dice ella cabizbaja y con un notorio gesto de tristeza e inseguridad en sus manos amarradas por ellas mismas. “La diferencia es que tu papá el covid lo tenia muy mal y es que cuando intentas cuidar a un paciente desde casa lo estas haciendo a ciegas porqué no le estás haciendo un seguimiento real de lo que pasa en su cuerpo”. Edwin le pedía a su esposa que no lo llevará a la clínica porqué él se sentía bien, pero era su situación de negar lo mal que estaba y se sentía. En una situación de difícil toma de decisión Jaqueline decide espera unos dos días más para ver como evolucionaba la enfermedad en el cuerpo de su esposo.




El jueves 15 decide ponerle dos coctel de vitamina C intravenosa, el día siguiente también le aplico dos más, pero Jaqueline comenzó a presentar fiebres altas de 38 grados, perdidas de olfato, gusto y sentía mucha debilidad. Los días pasaban y Edwin se ponía mucho peor, el sábado 17 no durmió por estar pendiente de él, “tu papá saturo por debajo de 90, aunque le hice dormir boca abajo y le trajimos un oxígeno, tu papá esa noche pero con todo eso seguía saturando por debajo de 89, con dificultad para hablar y fiebre muy alta". Su segunda hija le dio la comida en el desayuno y el almuerzo, pero con dificultad para tragar solo pudo con uno o dos bocados “no quería demostrar mi preocupación a mis hijos pero sabía que era casi imposible hacerme la fuerte en esta situación cuando se lo que le esperaba a mi esposo, pues normalmente todos los días leo historias clínicas de pacientes de covid que llegan con una situación similar a la de él”


Ella sale para el pasillo del segundo piso de su casa para juntarse con sus hijos y determinar si se espera para hacerse los exámenes desde casa como le había dicho su cuñado, el hermano mayor de Edwin, o irse a la clínica. Todos tomamos la decisión de que nuestro papá y esposo necesitaba irse para clínica enseguida. La ambulancia llego milagrosamente más rápido de lo que en algún momento imaginamos, pero edwin no podía pararse de la cama y salir del cuarto sin oxígeno puesto. A eso de las 2 de la tarde intentando hacer que los paramédicos acomodaran la máscara de oxígeno y hacer que llegara las escaleras donde está la camilla de la ambulancia el tiempo se hacía cada vez más lento.


“Me temblaba las manos y las piernas… cerré los ojos y lo único que pensé fue pedirle a Dios perdón y misericordia por mi familia” expresa Jaqueline. Se sentía culpable por lo que le pasó a su esposo, “pues como médico sabía que debía llevarlo y como mamá sabia lo duro que mis hijos la iban a pasar y nunca había entendido como ese día cuando dicen “no se puede atender a su propia familia”


“Cuando llegamos a la clínica, fue una sensación horrible, no había camas para mi esposo porqué la clínica estaba colapsada y estaba ocupada en su totalidad” Jaqueline, es auditora médica y conoce a toda la parte administrativa de esa clínica. Su hijo mayor que la acompaña y esperaba en el carro a fuera de la clínica, le dijo que “ten calma y fe” pero lo único que ella sentía era un escalofrío por todo su cuerpo, sentía el malestar de tener covid-19 una gran presión psicológica. Después de pensar frio, Jaqueline hace varias llamadas a algunos compañeros y amigos que le debían uno que otro favor del pasado, todos buscaron camas y en cuestión de unas tres o cuatro horas apareció una cama para Edwin.

Jaqueline entro a la clínica con su esposo para darle calma y estar pendiente del procedimiento que se le haga para saber cómo esta según los exámenes .de severidad de covid “leí esos resultados con mucho dolor y llena de temor de que mi esposo se fuera morir, su pulmón derecho no funcionaba y el izquierdo estaba funcionando a medias, todos los indicadores de severidad de covid fueron elevados, las lágrimas caían porqué sabia lo que venia para el sabia que le espera a pacientes como él y lo peor es todo ocurrió mis ojos, en mi cuidado y comencé a dudar de mis conocimientos como médico y mi seguridad en ellos” comenta, los resultados indican que la única manera para que el mejore es intubarlo.


Al llegar a la casa después de haber dejado a su esposo en la clínica habla con sus hijos de la situación de su papá. “Sabía que debía ser fuerte por ellos, debo tratar de hacer que esta enfermedad no evolucione como evoluciono en Edwin, mi miedo era dejar a mis hijos solos en esta situación tan difícil” dice mientras comenta que ese día la fiebre y los síntomas estaban aumentando, no podía respirar bien y tenía la saturación al límite de 94-93. Tres duros días pasaron y la situación no mejoraba, su hija menor tenía neumonía leve por covid, sus hijos mayores estaban en un rol nuevo que es ser unos adultos con responsabilidad en un hogar y el escalofría en ella se intensificaba.


Va a la clínica nuevamente después de un día y el internista le comenta que no se puede esperar un día más para intubar al señor Edwin esta muy mal y lo que queda por hacer es ese proceso tan traumático y riesgoso tanta para el paciente como para sus seres queridos. Jaqueline con las lágrimas y un sentimiento desconsolador conmovieron a todas las personas de la clínica que la conocía y la veían en una situación de debilidad que pocos conocían, se le acerca para preguntarle en que le podían ayudar y calmarla. La situación era tan compleja que todos buscaron un ventilador por toda la clínica pero solo quedaba un ventilador y lamentablemente había una persona en peores condiciones que necesitaba el aparato.

Llego a la casa y hablo con sus hijos sobre la situación de que no había ventilador en la clínica y en Valledupar para su papá. “Mama, vamos a orar juntos hasta que se desocupe alguno hoy o mañana” le dije. No tardamos en que los cuatros nos pusimos hacer lo único que quedaba por hacer… tener fe. Parece mentira, pero en cuestión de horas apareció cinco ventiladores en Valledupar y sobretodo apareció uno en el lugar donde nos sentíamos más confiados para dejar a Edwin intubado que era donde estaba. ( mover a edwin de una clínica a otra implicaba ponerlo en un alto riesgo)


Pasaron tres días después de que intubaran a su esposo y no había resultados de mejor, además que el médico internista encargado de Edwin llamaba una vez al día para comentar la situación y evolución de su enfermedad. “Ese medico fue muy grosero conmigo en muchas ocasiones y me sentía en una incertidumbre tan terrible todo el día. Todos de alguna manera sabemos que es casi imposible poder interiorizar la paciencia y la fuerza cuando lo único que sabe tu cuerpo es llorar y pensar en cosas negativas”


Muchas situaciones negativas ocurrieron en tampoco tiempo, entendió al fin cuando dicen que nada sirve para el covid pues usar un montón de medicamentos o conocimientos médicos que ninguno te da tranquilidad que el paciente se va a recuperar Jaqueline rumie nombra que en muchas ocasiones el cuerpo no le daba, pero necesidad de estar para sus hijos y su esposo era más fuerte sobre con el sentimiento de culpa que no se le quitaba.


El proceso de recuperación de su esposo, el de ella y su hija menor es otra historia que sigue en proceso, sin embargo, Jaqueline termina nuestra conversación con lo siguiente “De alguna manera entendí que la verdadera forma de luchar contra el covid es luchando con el cuerpo y con la mente, no es fácil ver a nuestros familiares en situaciones tan difícil y mucho menos ver tanta muerte cercana, pero no hay meno medicamento que sentir la unión y el amor familiar para que todos puedan encontrar la tranquilidad”








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